Era una mujer.
Ahora es una taza.
Decir taza es decir abuela.
Odilí era su nombre.
Las manos acomodando un mantel.
Estirar las pláticas como extender la masa.
Taza dorada,
como sorber al sol.
Tomar café con palabras horneadas.
El olor a queso y azúcar sobre un plato,
también dorado.
Una niña mira su reflejo envejecido.
Un te amo llega desde una ola huérfana.
Decir abuela es decir taza.
El temblor de las manos como un presagio de adiós.
Uno puede ser abuela a través de una taza,
acomodarse quieta en un estante,
como una fotografía.
Uno puede pensar en una taza y creer que hay algo en el café que irrita los ojos.
Sostengo esta taza como sostener a un ave,
como sostener un cáliz.
Con el primer sorbo
siento que la beso.
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