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Hablando sobre Caleidoscopio



Análisis desarrollado con el apoyo de inteligencia artificial.


Desde la primera página sentí que no estaba ante una autora que buscara esconderse detrás del lenguaje, sino todo lo contrario: alguien que se expone, que se arriesga, que se deja ver incluso en lo que querría tal vez esconder. Y eso, para mí, no solo es poesía. Es valentía.

Leer este libro es, también, perderle un poco el miedo a la literatura. Nos han enseñado tantas veces que la poesía debe ser elevada, difícil, académica, que a veces olvidamos que su raíz está en el grito, en el amor, en el duelo, en el deseo. En lo que no podemos nombrar, pero necesitamos decir. Y eso hace Laura: dice. Con una voz que no pide permiso, pero tampoco impone. Una voz que se sienta contigo en la oscuridad y te habla bajito, sin pretensiones. Y lo que dice... duele, sí, pero también alivia.

Lo que más me conmovió fue que no se protege. No hay una versión maquillada de sí misma. Hay confesiones, rabias, preguntas que no tienen respuesta. Hay poemas que son gritos, otros que son susurros al oído. Y mientras leía, pensaba: esto no solo es una poeta, esto es una mujer viva, tan viva, que se atreve a escribir lo que muchos no nos atrevemos ni a pensar en voz alta.

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