Temo a mis uñas, y de lo que pueden ser capaces cuando crecen.
Anoche soñé que papá gastaba sus uñas sobre la espalda de tía. Fue como observar a dos bestias devorarse mutuamente, una encima de la otra, mordiendo cada parte de su cuerpo.
Al despertar lo primero que hice fue buscar mis discos romanos, los que traen tres veces el número diez en su portada (xxx). Comprendí que aquel sueño había sido una horrible pesadilla.
Mis uñas, siempre han estado en un mismo sitio, rebeldes e incomprendidas, quizá. En la noche me gusta morderlas para que no crezcan con forma retorcida.
Mi padre y mi tía ocupan ahora otro espacio en mi familia: pronto nacerá un nuevo miembro ¿y no sé si este será mi primo o mi hermano?
Las uñas son un pésimo intento de rebeldía en los que a veces participa el cuerpo.
Sé que pronto creceré, al igual que ellas.
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