Prólogo de El diario de Clotilde

Este libro es una ventana, hacia adentro y a veces hacia afuera, del mundo reflexivo, nostálgico y que reconoce las heridas al que nos lleva la lectura de esta obra. La autora se apropia del nombre que ella hubiera elegido: Clotilde, desaprobado por su padre, le pusieron otros, conforme a la costumbre patriarcal, basándose en el calendario del santoral. Este es uno de los giros en el tiempo con los que el lector se encontrará, un ir hacia su infancia y hacia su madre, como impronta imborrable.

Clotilde, el personaje que tiene la voz en este libro, es de mayor edad que la propia poeta como lo dice en uno de los textos, y con este recurso, mencionado en una sola línea, la autora logra una visión circular de futuro-presente y pasado que interactúan y se funden en el diario de esta mujer que escribe y dialoga consigo misma y, por lo tanto, con los y las lectoras en las intersecciones de estos textos. Este recurso literario también permite una suerte de lectura de espejo, de desdoblamiento en el diálogo consigo misma.

En el primer poema, dispuesto en verso, aunque no dista de los siguientes que están construidos en prosa sin perder la poesía, la autora se descubre a través del insomnio:

"Una mujer con insomnio ya no es una mujer. Es una máquina de triturar recuerdos e ideas que dan vueltas como aspas silenciosas."

Por lo tanto, las situaciones y el entorno le otorgan a la protagonista de este diario formas de verse a sí misma en su entorno interior y exterior. Hay heridas que rondan el hecho de nacer mujer y que se rebelan a través de la identificación con su madre y de reconocerse femenina también, con un destino marcado por la mentalidad patriarcal de nuestra época. Entre ellas la crudeza de las sentencias para las mujeres de ser las que están condenadas a parir y vivir con dolor.

Atraviesa este libro el tema de lo erótico, el erotismo sin compañero, la apropiación del propio placer, tema poco abordado en la literatura y menos frecuente asociado a una persona de edad mayor. Aplaudo esta osadía porque resalta esa irreverencia que la autora deja clara en otros textos a lo largo de este libro.

La presencia de la muerte es otro elemento importante y una constante, comulga la idea sobre la muerte de la autora con el siguiente concepto contenido en El Capital, de Carlos Marx: "Todo hombre muere 24 horas al cabo del día, sin embargo, el aspecto de una persona no nos dice nunca con exactitud cuántos días de vida le va restando ya la muerte." En concordancia con esta filosofía, la autora cita en varias ocasiones a lo largo del libro esa misma característica marxiana de la muerte como un continuo que nos sucede con el pasar del tiempo.

La muerte es intransferible, como la vida, señaló Octavio Paz, y esta afirmación también reverbera en este diario de Doña Clotilde que va armando sus creencias, filosofando a través del Diario.

Existen otros protagonistas medulares en este libro: la soledad, la nostalgia, los libros, el sueño y el insomnio, las mascotas…

Un mundo entero íntimo pero abierto, construido con la mejor de las virtudes que puede tener una escritora o escritor: la honestidad consigo misma y con su obra.

Encontrarán los y las lectoras una construcción poderosa y sin imposturas, una escritura fluida que se deja llevar por el tiempo que la atraviesa y es atravesado con dolorosa ternura por Doña Clotilde desde su cotidiano.

San Ramón, Costa Rica
Abril de 2024

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